sábado, 1 de septiembre de 2012

Me desnudo.

(Escuchar mientras se lee)


Podría decir tantas cosas... pero ninguna palabra alcanzaría el peso necesario para expresar con exactitud mis emociones y sentimientos en este momento. Debo de ser una tonta. Entusiasta. Románticona. Sí, pero también segura y con las ideas claras. Todo está en su sitio, y lo sé porque estoy cómoda, estoy satisfecha, estoy calmada. Tengo miedo, pero eso me gusta. Me gusta arriesgar. Quien no arriesga no gana. Sigo adelante.

Es un enorme gusto para mi cada segundo, cada detalle, un pequeño gesto o un par de palabras sinceras. Todo es me vale más que un tesoro. Y casi de manera obsesiva me acuerdo de todo. Todo. Me empuja, me a fuerzas para continuar, para seguir adelante, para despertarme sonriendo, para hacer que los ratos aburridos pasen volando. Es una fuerza que hacía mucho que no sentía. Se me agarra el estómago, me vuelvo aún más sensible.

Estoy en mi habitación, sentada en un sillón con un cojín, mirando por la ventana. Son las 19:11 de la tarde; la calle está silenciosa, el clima y la luz son agradables. Llevo una sudadera gris y una braguitas rosas. Tengo el pelo recogido en un moño. Escucho jazz de "The Nueva Orleans Band Jazz". Soy la persona más feliz del mundo. La más pequeña. La más vulnerable. La más fuerte.

No, no me arrepiento. Con esas palabras bastará.

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